Los cuatro lados del espectáculo
por Mauricio Peña
Durante una década, por lo menos en la del 70, se estrenaron 850 películas mexicanas en territorio nacional, según dato que recabamos en el libro “Cartelera Cinematográfica 1970-1979”, de María Luisa Amador y el crítico Jorge Ayala Blanco. De todos esos títulos consignados por los investigadores en la edición auspiciada por la UNAM, hay apenas una decena de obras fílmicas que podemos considerar como memorables de ese periodo.***
Resulta interesante asomarse a la mencionada investigación realizada por los autores mencionados, porque nos permite redescubrir las tendencias que imperaban en el cine nacional hace cuarenta años. Nos ha gustado comprobar que nuestros gustos coincidían muchas veces con los del público que acudía a las salas donde se exhibían estas películas que podríamos calificar como las mejores de los setentas, y la base para pensar que eran populares es el dato de las semanas que permanecían en exhibición.
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El libro mencionado es únicamente un fichero de exhibición; cada película está citada por título, productora, tres actores principales, la fecha exacta de su estreno, las salas donde se exhibieron y las semanas que permanecieron en cartelera. Este último dato es valioso para los estudiosos de la historia reciente del cine mexicano y también es reflejo de la presencia de todas las cinematografías del mundo en las pantallas nacionales.
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El libro de María Luisa Amador y Ayala Blanco que comprende los setentas, es uno de los siete que han publicado los autores en los que está prácticamente toda la información sintética de cuanto se ha exhibido en salas de la Ciudad de México desde 1910 hasta 1990. Pero ya entrando en materia comencemos con citar “Reed, México Insurgente”, una película dirigida por Paul Leduc y que es una perla dentro del movimiento de cine independiente que comenzaba a ser realidad en 1970.
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La cinta de Leduc llevaba de actores principales a Claudio Obregón, Eduardo López Rojas, Ernesto Gómez Cruz, Carlos Castañón y Eraclio Zepeda. El guión se basaba en la vida del periodista estadounidense John Reed y su experiencia en la Revolución Mexicana. El tema era muy atractivo y el elenco hizo un trabajo fuera de serie bajo la dirección de Leduc, especialmente el poeta chiapanecoEraclio Zepeda, quien hizo su debut como actor interpretando a Pancho Villa. En su sala de estreno permaneció seis semanas en exhibición, algo que no puede decirse ahora de cualquier película mexicana.
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En el periodo también se produjo un fenómeno cinematográfico insólito: el caso de Alexandro Jodorowski, un director que seguía la corriente de Teatro Pánico de Fernando Arrabal, y que había debutado como realizador con “Fando y Liz”. Para 1972 ya tenía muchos seguidores para su novedoso estilo de hacer película y fue en ese año que estrenó “La montaña sagrada” que en la actualidad puede conseguirse en el video digital. De esta película se contaban muchas leyendas, entre ellas que había sido producida por el ex Beatle John Lennon.
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“La montaña sagrada” se estrenó en funciones de media noche en un circuito de salas de arte que tenía el productor Gustavo Alatriste. El escándalo siempre había rodeado a Jodorwsky, nacido en Chile y llegado a México con la compañía del mimo Marcel Marceau. A pesar de que “las buenas conciencias” siempre estuvieron en contra de Jodorowsky, desde que había debutado en la televisión destruyendo un piano armado de un hacha. La verdad es que este gran artista sólo le hizo bien a la cultura en México, creando un público nuevo para el teatro con sus espectáculos y con el cine no era la excepción.
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Su película fue una sensación y la censura había prohibido su difusión, quedando “enlatada” (así se le decía a las películas prohibidas), durante varios años. El rodaje lo hizo en 1972 y fue autorizada hasta 1975. Luego de varias semanas en funciones de medianoche, “La montaña sagrada” su corrida en dos pantallas del circuito de Alatriste y allí permaneció cinco semanas. El propio Alexandro tenía el papel principal en una historia “medio marigüana” como se decía en broma, y otros actores del elenco fueron el regiomontano Horacio Salinas, Ramona Saunders y la inolvidable Ana de Sade, ya fallecida.
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La década de los setentas fue el periodo en que tres directores, Felipe Cazals, Jaime Humberto Hermosillo y Arturo Ripstein, hicieron lo que podemos considerar como “capo laboro”, obra maestra pues. El primero con “Canoa”, con Enrique Lucero, Salvador Sánchez y Ernesto Gómez Cruz, además de un grupo de actores jóvenes como los excursionistas que terminan masacrados a pie de un volcán en Puebla a manos de un grupo de fanáticos que los creían “agitadores comunistas”, entre ellos:Gerardo Vigil, Jaime Garza, Roberto Sosa.
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“Canoa” se filmó en 1975, y se estrenó un año después alcanzado un éxito sin precedente para el cine nacional con doce semanas en exhibición en las seis salas donde fue programada. La segunda película que Cazals filmó en seguida fue “El apando” y también se estrenó en 1976, y superó a su antecesora porque esta quedó en exhibición dieciocho semanas, dando gran popularidad a sus actores: Manuel Ojeda, María Rojo, Salvador Sánchez, Delia Casanova, José Carlos Ruiz y Ana Ofelia Murguía.
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Por su parte Jaime Humberto Hermosillo que venía de hacer películas independientes, ingresó a la industria en grande con “La pasión según Berenice”, con Pedro Armendáriz, Marta Navarro y Emma Roldán, en 1976. A finales de ese mismo año se dio a conocer y permaneció en exhibición cuatro semanas. Arturo Ripstein también puede estar orgulloso de haber tenido un éxito grande en su carrera con “El lugar sin límites”, realizada en 1977, y estrenada al año siguiente con la consagración de Roberto Cobo como “La Manuela” (Ariel de mejor actor), en compañía de Lucha Villa, Ana Martin, Gonzalo Vega y en actuaciones especiales Fernando Soler y Emma Roldán.
Fuente:http://www.filmeweb.net/magazine.asp?id=5509
