Como parte del 15 aniversario de la fundación de la Escuela de Comunicación y Ciencias Sociales (ECCS), el histrión mexicano Ernesto Gómez Cruz ofreció una conferencia ayer en Puebla para hablar de “El cine y su entorno social”.
En el atestado auditorio del Instituto Iberia, donde incluso algunos asistentes permanecieron de pie para escuchar al “Señor Reyes”, personaje que encarnó recientemente en la polémica cinta El Infierno, Gómez Cruz habló de todo:
De cómo dejó la cantada para ingresar al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) para estudiar actuación, de la oportunidad actoral que representó la película Los Caifanes, que le abrió las puertas en su carrera artística, de la falta que hace en el país una industria cinematográfica, de su ferviente militancia izquierdista, “soy perredista de corazón, pero no del PRD de los Chuchos”, y de cómo le han hecho creer a los mexicanos que la lucha contra el narcotráfico es de todos y “no sólo de un hombre –del que no quiso ni mencionar su nombre–, que cuenta con guaruras para él y su familia, y que representa realmente un peligro para México”.
Vestido de un traje oscuro, camisa color melón, sus inseparables lentes de pasta y el pelo negrísimo, porque “no me pinto las canas para el papel de comandante”, en el espectáculo de cabaret Aventurera, “si no porque soy un coqueto”, el actor dio a conocer un poco de su vida íntima ante unos 500 estudiantes de la casa de estudios.
Ahí, entre porras al actor de origen veracruzano, quien dejó ver su lado humano, pese al fuerte carácter que lo domina en ocasiones, reveló que a la actuación llegó por accidente. “Yo quería ser cantante, pero nunca se pudo. Varios viajes realicé de Veracruz a la capital, en la búsqueda de una oportunidad y siempre regresé derrotado”.
Hasta que, de gira con unos carperos por los pueblos de su estado natal, conoció a una persona que lo invitó a actuar en una obra de teatro. Más tarde descubriría su vocación, tras tocar repetidas ocasiones la puerta del consagrado INBA, hasta cansarlos y obtener una beca para estudiar actuación.
No obstante, la verdadera oportunidad le llegó con la cinta Los Caifanes, cuando el actor atravesaba una difícil economía. “Tenía más de tres años que había egresado de la carrera, y como sucede en la actualidad con todo universitario, tampoco había chamba ni comida para mi familia, que ya era numerosa”.
Caminaba a diario de lo que hoy conocemos como el Auditorio Nacional hasta los estudios Churubusco, en la delegación Tlalpan, para pedir trabajo, “cuando en este país había una industria cinematográfica”.
Con Margarita López Portillo al poder, quien desapareció la primera Cineteca Nacional, hubo un enorme bache en el cine, en la década de los años 80. “Muchos actores y directores fuimos perseguidos y hasta encarcelados por la señora por no comulgar con las mismas ideas; fue una etapa muy triste”, lamentó durante la amena plática.
Viajando por el tiempo, del pasado al presente y viceversa, comparó que en la actualidad, pese a los cambios sexenales que vinieron con la salida de López Portillo, las condiciones para el cine no han mejorado ni en un ápice. Por lo contrario, opinó que “siguen los mismo problemas, la falta de recursos para hacer un buen cine, que eduque a nuestra sociedad, aunque por lógica el gobierno no quiere invertir porque sabe que el pueblo se le sublevará”.
“Es difícil que el cine mexicano se componga, pero la lucha se está haciendo. Las nuevas generaciones representan un respiro”, consideró quien ha trabajado en más de 150 películas.
Debido a ello, comentó que mucho talento mexicano “ha tenido que cruzar la frontera para realmente no desfallecer en el intento”. Entre ellos nombró a su paisana Salma Hayek, Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga.
“Soy del perredismo de López Obrador”
Con cuatro décadas de representara algunos de los personajes más polémicos del cine nacional, Gómez Cruz ha acumulado experiencia suficiente para darse el lujo de aceptar o rechazar un papel. “Ha sido un camino arduo, y creo que he mantenido una carrera impecable. No me arrepiento de las actuaciones que he tenido tanto en el cine como en la televisión, porque de todo se aprende, hasta no volver a grabar un proyecto gacho”.
Ocurrente y sincero, cualidades que lo han diferenciado del resto, expuso que no es que sea un actor que critica el régimen político, “soy un izquierdoso, un perredista de corazón, pero no del PRD de los Chuchos, del subgobierno, sino del perredismo de López Obrador”.
Tan sólo hay que recordar que a comienzos del año 2000 el actor fue candidato a diputado federal por el sol azteca, por el puerto de Veracruz.
Esta misma ideología, confesó, la ha llevado a la profesión. “Me gusta trabajar con directores serios, como Jorge Fons (El callejón de los milagros), como Luis Estrada (La Ley de Herodes y El Infierno), y con alguno de ellos he repetido actuación”.
Al respecto, se le preguntó cuál ha sido el papel más polémico que ha interpretado y el más difícil. Fiel a su postura, respondió: “dispensen, pero para mí no ha habido papeles difíciles; en el INBA me enseñaron a analizar a cada personaje, a platicar con él en las noches y en el día, como una cosa de locos, para que realmente sean creíbles”.
Aunque admitió que Rutilio, en El callejón de los milagros, fue un personaje delicado, pues a su entrada edad decide cambiar de rumbo. “Respeto mucho a los homosexuales, y quise mostrar que una persona en esa situación no es ridícula ni exagerada, es como nosotros, sin caer en la chacota, en la actuación mediocre”.
En cuanto a su participación en La Ley de Herodes, El Crimen del Padre Amaro y El Infierno, cintas que han sido censuradas en su momento, señaló que sólo le provoca risa la doble moral. “Se espantaron con el padre Amaro, cuando leemos en el periódico que un tal Maciel se comió a varios muchachitos, de qué se trata”.
“No me censuren”
Por veces tomaba agua para calmar la sed que le producía hablar tanto. “A uno sólo le dan cuerda y yo ya estoy hablando de más”, se sinceró ante los universitarios, lo cuál prendió más al público.
Con ello vino una cascada de interrogantes al actor para abrir el franco diálogo con los estudiantes. Le preguntaron cómo ve a México en la guerra contra el narcotráfico, ahora que interpretó al verosímil y temible narcotraficante “Señor Reyes”, en la película El Infierno.
A cuatro años del actual gobierno, “nos han repetido y nos quiere hacer creer que la lucha es de todos los mexicanos... ¿ya saben a quién me refiero?, no hace falta que lo nombre”.
Notoriamente molesto, agregó que Felipe Calderón pide que denunciemos lo que pasa en nuestro alrededor, “para que a la vuelta de la esquina nos esperen pa’ blanquearnos. Sí, como él tiene guaruras, buena seguridad y nada le va a pasar a su familia. El señor es un peligro para México”, declaración que arrancó sonoros aplausos del estudiantado.
“No me censuren”, exclamó, cuando sintió que, por una falla técnica, se bajó el volumen de su micrófono. Vinieron las risas.
“Yo toda la culpa se la hecho al gobierno, lo que pasa en el cine, lo que pasa en el país... Ya sé que el Canal 11 está para hablar de cultura, pero yo lo digo a nivel mío, ni siquiera del pueblo, que ojalá esto acabe pronto, porque nos traerá consecuencias muy negativas”, aludió al gobierno calderonista.
Entre risotadas, comentó, cómo se ve que diosito ya no nos quiere. Primero, el narco y ahora las lluvias; mientras el gobierno gasta y gasta un dineral en fuegos artificiales por los festejos del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, que sólo pudimos ver por la tele.
A su juicio, señaló, “ya me estoy metiendo en muchos rollos... regresando un poco al cine, que ese es el motivo de mi visita, creo que hay muchas historias que contar, sólo falta la oportunidad”.
Sin duda, remató, “como México no hay dos, y cómo dice el chinito: o copelas o cuello. Hace falta un líder, un Emiliano Zapata que guíe pa’ la revolución”.
El artista expuso que no es que sea un actor que critica el régimen político, “soy un izquierdoso, un perredista de corazón, pero no del PRD de los Chuchos, del subgobierno, sino del perredismo de López Obrador” /Foto Abraham Paredes
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